lunes, 25 de octubre de 2010

AULA VISUAL 1: INVICTUS

AULA VISUAL 1: INVICTUS
1.- Describa una situación que visualice el liderazgo de Nelson Mandela (nivel 3, de voluntad y sentimiento), en tres líneas.
2.- Enuncie un principio educativo que subyace en la situación descrita. (tres líneas).
3.- Fundamente (20 líneas).

lunes, 18 de octubre de 2010

PRINCIPIOS EDUCATIVOS DEL SABER PEDAGÒGICO

Modos diversos de ejercer el liderazgo.

D. Alfonso López Quintás

Extracto.

Distinguimos tres modos diversos y ascendentes de ejercer el liderazgo. Todos son nobles y fecundos, pero presentan rangos distintos según el grado de compromiso que implican, la preparación que exigen, el nivel de planteamiento que suponen.


1. Liderazgo de nivel 1. Todos podemos y debemos ser líderes en el sentido de guiar a otros en un momento determinado, ofreciéndoles con el ejemplo una ruta fecunda a seguir. Si un profesor es fiel a sus obligaciones, se comporta de modo cordial y crea en la clase un clima de encuentro, está invitando a los alumnos con su conducta a acercarse al área de irradiación de diversos valores. Los guía hacia ellos de modo certero. Actúa como un verdadero líder. Para llevar a cabo esta tarea no necesita poseer un conocimiento profundo de la vida humana; le basta tener una sensibilidad fina para los valores y estar dispuesto a realizarlos en su vida.

2. Liderazgo de nivel 2. Esta forma de liderazgo cobra un valor más alto si, además de ofrecer a otras personas la luz que irradia el buen ejemplo, sabemos dar razón cumplida de la conveniencia de tomar tal dirección. Un amigo que se ve desorientado por haberse dejado arrastrar por un vértigo te pide consejo. No convive contigo y no puedes animarle con tu comportamiento a vivir de modo ordenado, abierto a la felicidad que otorga el encuentro y no fascinado por la euforia que produce el vértigo. Aleccionado por tu propia experiencia, le aconsejas que busque la felicidad por los caminos del éxtasis, no por los del vértigo, que lo llevarán a situaciones de total desvalimiento. El consejo es óptimo, pero debes pensar que en muchos casos cae en vacío. En primer lugar, el adicto sospecha que se halla al borde del abismo, pero no sabe precisar lo que le pasa por desconocer la articulación interna del proceso de vértigo que lo está succionando. Tu consejo le suena a algo consabido e inútil, porque no le abre posibilidad alguna de volver atrás y poner su vida en orden. No se ve con fuerzas para rehacer el camino y no logra comprender por qué, habiéndolo iniciado con tanta ilusión, se halla ahora en total desamparo.
Pero suponte que sabes bien de dónde arrancan los procesos de vértigo y cuáles son sus distintas fases, y adviertes que esa persona se halla en la fase penúltima, la de la desesperación, en la que se ve incapaz de llevar una vida auténticamente personal ya que, al adoptar una actitud básica de egoísmo, anuló de raíz toda posibilidad de encuentro. Entonces verás claramente que la única solución posible para tu amigo es cambiar la actitud egoísta por la actitud de generosidad, lo que equivale a sustituir el ideal de servirse de los demás por el ideal de servir a los demás. Este cambio no le es fácil realizarlo, sobre todo en el ambiente que le llevó a la adicción patológica que sufre. De ahí la necesidad de cambiar de ambiente, salir del entorno que le inspira la actitud egoísta de buscar gratificaciones a cualquier precio e insertarse en otro donde sienta el influjo benéfico del ideal de la generosidad. No pocos drogadictos me confesaron que se hallaban en una situación límite, sin esperanza alguna de recuperarse, cuando una mano amiga los llevó a un centro de rehabilitación. Desde el principio notaron un cambio en su interior: «Aquí dentro -me decían- tenemos otra "filosofía": nos ayudamos unos a otros y no paramos hasta levantar el ánimo de quien se halle bajo de moral. Fuera, nadie ayuda a nadie”. El contraste entre los términos “fuera” y “dentro” es en estos centros dramático, pues tales términos aluden a lugares donde reinan dos ideales antagónicos: el ideal de la reclusión egoísta en sí mismo y el ideal de la unidad con los demás.
La forma adecuada de ayudar a un adicto no es urgirle a que se aleje de lo que le arrastra, pues su problema consiste en que no tiene libertad interior para realizar ese acto de despego. Lo único eficaz es ir al origen de su adicción y procurar que cambie de ideal y de actitud básica ante la vida.

3. Liderazgo de nivel 3. El que posee un conocimiento preciso de las distintas fases de los procesos de éxtasis y de vértigo y se lo transmite a otras personas realiza una labor de líder todavía más valiosa. Se trata de un liderazgo en primer lugar intelectual, pues pone empeño en aclarar las ideas. Ya sabemos que la corrupción de las costumbres suele comenzar por la corrupción de la mente y los conceptos. Ello explica el empeño de este tipo de líder en clarificar los conceptos básicos y subrayar la afinidad o la oposición que pueda haber entre ellos.
Al descubrir el inmenso contraste que existe entre la desolación espiritual que produce el proceso de vértigo y el estado de felicidad a que nos conduce el proceso de encuentro -o de “éxtasis”-, el líder pone todo el corazón en la labor de magisterio que realiza y mueve las voluntades a tomar medidas. Ejerce con ello un liderazgo de la voluntad.
Cuando describe la marcha de ambos procesos, destaca los sentimientos opuestos que éstos producen en nuestro interior. Los sentimientos de euforia, tristeza, angustia y desesperación provocados por el vértigo aparecen como un preludio de la destrucción final de la personalidad. En cambio, los sentimientos de alegría, entusiasmo, felicidad, paz, amparo interior y gozo festivo que suscita el proceso de éxtasis son los heraldos de la construcción de la personalidad a través del encuentro. Hacer ver que los distintos sentimientos son fuentes de luz para conocer cuál es nuestra situación interior en cada momento es llevar a cabo un liderazgo del sentimiento.

Educar la Inteligencia
cortesía www.arvo.net
Por Mª Ángeles Almacellas Bernadó
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:JwR2mNurAbQJ:www.hottopos.com/spcol/autores/almacellas.htm+Se+deben+considerar+las+tres+condiciones+b%C3%A1sicas+de+la+inteligencia:+largo+alcance,+amplitud+o+comprensi%C3%B3n+y+profundidad&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=cl
Extracto.

La inteligencia del líder.
Se deben considerar las tres condiciones básicas de la inteligencia: largo alcance, amplitud o comprensión y profundidad.
Ver sólo lo que se ofrece inmediatamente a nuestra vista es una especie de miopía mental que nos impide descubrir lo que se halla más allá. Sorprendes a alguien mirando hacia el interior de una habitación. Lo primero que observas es el significado de esa acción: esa persona intenta percibir algo que está situado más allá de la ventana. Si piensas con largo alcance, procuras descubrir qué es lo que quiere ver y con qué intención. Esta intención otorga un sentido u otro al acto de mirar. ¿Es un acto de espionaje o se reduce a mera contemplación morbosa? ¿Se trata, más bien, de comprobar si se halla en la habitación un familiar que no responde a las llamadas?
Para captar el sentido de tal acción, debemos ejercitar un pensamiento "relacional", "comprehensivo", que nos permita vincular diversos elementos. Por ejemplo: la persona que está mirando sabe que su familiar se halla en esa habitación; le ha llamado y no contesta; sospecha que le ha pasado algo y decide mirar antes de pedir socorro. El sentido de esta acción inusual encierra mayor complejidad y hondura que el mero significado de la misma.
Si queremos descubrir dicho sentido, debemos pensar de modo penetrante, ir a lo hondo de los acontecimientos y no quedarnos en la superficie de los mismos.
Este ejemplo pone al descubierto, debidamente conjugadas, las tres condiciones de la inteligencia madura. En la simple descripción de las mismas resaltan dos niveles de realidad: el físico-objetivo (nivel 1) y el ambital-creativo (nivel 2). Por una parte, alguien quiere ver lo que hay dentro de una habitación cerrada. Es un dato inmediato, fácil de captar -nivel 1-. En un plano superior de realidad y de vida, se da el sentido de tal acción -nivel 2-. Este sentido es más difícil de descubrir pues depende del tipo de relación que tenga el que mira con la persona que desea ver. Tal relación puede ser superficial o profunda, indiferente o amistosa, incomprometida o responsable.
Estos dos planos de realidad -el objetivo y el ambital- son distintos y conjugables. Si acertamos a integrarlos debidamente, estaremos en disposición de comprender a fondo lo que es nuestra vida de personas y lo que exige su pleno desarrollo. Este conocimiento ha de poseerlo el líder si quiere orientar fecundamente a las gentes.Una vez conocida la distinción que media entre objetos y ámbitos y la función que ambos tipos de realidad juegan en el proceso de configuración de la personalidad humana, el líder ha de adoptar respecto a cada una de tales realidades la actitud adecuada: la de dominio y manejo respecto a los objetos; la de respeto y colaboración libre respecto a los ámbitos. Intentar dominar los ámbitos equivale a reducirlos de valor, manipularlos y envilecerlos.
Por eso el líder auténtico se cuida de no reducir los ámbitos a objetos; más bien procura elevar ciertos objetos a condición de ámbitos…


Carácter y actitudes del líder.
D. Alfonso López Quintás
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:KlFLcZe7J-8J:es.catholic.net/escritoresactuales/241/655/articulo.php%3Fid%3D5997+Para+perfeccionarnos,+debemos+amar+la+verdad+incondicionalmente+y+perseguirla+hasta+el+fin+sin+quedarnos+en+medias+verdades.+Amar&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=cl
Extracto.

El líder verdadero ama por sobre todo la verdad.
Para perfeccionarnos, debemos amar la verdad incondicionalmente y perseguirla hasta el fin sin quedarnos en medias verdades. Amar la verdad significa aceptar y estimar la realidad tal como ella se manifiesta a quien la mira sin prejuicios. Por eso el que ama la verdad procura conocer de cerca la realidad propia en todo su alcance: las leyes de su desarrollo, su origen y su meta, las entidades con que debe relacionarse -las demás personas, las instituciones, la justicia, la belleza, los valores de todo orden, el lenguaje, el Ser Supremo...
El que ama la verdad procura aprender el arte de trascender, a fin de ver la realidad humana en todas sus dimensiones. Por eso se esfuerza en valorar, por encima de los meros hechos, los acontecimientos, y, más allá de las meras figuras, las imágenes. De ahí su sensibilidad para los símbolos y toda suerte de gestos expresivos.

El líder verdadero cultiva la confianza, la valentía, la tenacidad y la paciencia.
Saber que uno está en vías de conseguir el ideal otorga una gran confianza en el camino emprendido. Esta confianza nos permite vencer el miedo a los obstáculos y al fracaso, y nos inspira una prudente audacia, actitud que supera la pusilanimidad de la cobardía y modera el ímpetu extremoso de la temeridad. Esta energía equilibrada se define como valentía.
El líder no debe ser nunca apático, cobarde o pusilánime, sino valiente y magnánimo. Ha de ser constante en su empeño, porque la constancia es la forma de llegar muy lejos un ser finito, limitado, ya que insistir es profundizar. Los genios fueron, de ordinario, tenaces trabajadores.Con la tenacidad y la constancia va unida estrechamente la paciencia, no entendida como la mera capacidad de aguante sino como la voluntad de ajustarse a los ritmos naturales. Aguantar es propio de muros y columnas, que son realidades físicas. Ajustarse a un ritmo es una actividad creativa. El ejercicio de la paciencia es una actividad que se realiza en un nivel superior a aquel en que se da el aguante. El líder debe ser paciente en el trato con las personas a quienes guía porque la relación interpersonal sólo es fecunda cuando es respetuosa y reversible, de doble dirección. Respetuosa, porque las personas gdas deben tener capacidad de iniciativa para recibir activamente las posibilidades que el líder les otorgue en uno u otro aspecto. Reversible, porque guiar no es arrastrar, sino sugerir el camino que una persona debe seguir lúcida y libremente, por convencimiento íntimo, para llevar a pleno desarrollo sus mejores capacidades y realizar el ideal de su vida…
El buen líder es paciente, sabe esperar. Siembra a menudo para que otros recojan. Renuncia muchas veces a cosechar él los frutos. Es hombre de fe y de esperanza; confía en que la semilla va a fructificar, pues todo germen acaba desarrollándose, aunque uno no llegue a verlo…

Cualidades intelectuales de un líder autèntico
D. Alfonso López Quintás
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:ALM0bNbuTwsJ:www.es.catholic.net/empresarioscatolicos/475/655/articulo.php%3Fid%3D9233+Un+l%C3%ADder+autC3%A9ntico,+y+por+tanto+eficaz,+debe+estar+bien+formado+intelectualmente+a+fin+de+pensar+con+el+debido+rigor,+saber+prever+y+ser+capaz+de+orientar&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=cl
Extracto.

Un líder auténtico, y por tanto eficaz, debe estar bien formado intelectualmente a fin de pensar con el debido rigor, saber prever y ser capaz de orientar a los demás por una vía de desarrollo personal armónico y rico.
- El líder debe conocer a fondo el proceso de desarrollo del ser humano…
- Se propone como meta fundamentar sólidamente sus ideas y convicciones, para ofrecer a las gentes una cultura integral, no medias verdades o afirmaciones faltas de fundamento…
- Es radical en sus planteamientos y soluciones, es decir, se esfuerza por ir al origen de los problemas.
- Ejerce un liderazgo compartido: Se basa en la participación en un ideal común y en el logro consiguiente de una forma auténtica de vida comunitaria.
- Ayuda a las gentes a configurar su vida: se anticipa a los sucesos sobre la base de unos principios fecundos.
- Ejerce función de guía para servir, no para dominar: Por eso no se siente nunca dueño del destino ajeno y no guía a personas y pueblos a donde a él le conviene sino a la meta que les marca su vocación y su misión personales.
- Vive históricamente: La tradición es la fuente de las posibilidades que hacen posible su actividad creativa.
- Armoniza la actitud idealista y la realista: ha de enardecerse con el auténtico ideal humano, pero cuidando de ajustarse en todo momento al modo de ser de las personas y cuanto ellas implican. Vive con ilusión, pero no es un iluso. Quiere suscitar las fuerzas que laten en el interior de la persona a la que se propone impulsar.


Líderes y pseudos líderesstrong>D. Alfonso López Quintás
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:sBqkvSie4F8J:www.mercaba.org/ARTICULOS/L/lider_cualidades.htm+LIDER+FALSO+ES+EL+GUIA+QUE+CONDUCE&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=cl

Extracto
(… ) Líder auténtico es el guía que orienta a alguien hacia lo que constituye un bien para su vida. Puede ser un bien parcial -de tipo económico, cultural, deportivo...-, o un bien que afecta al conjunto de su persona. El máximo bien de un ser humano es el desarrollo pleno de su personalidad.
- Líder falso es el guía que conduce a las personas por vías que reducen su dignidad, amenguan sus defensas y las dejan a merced de los afanosos de poder. Esta actividad envilecedora puede afectar a ciertos aspectos concretos de la vida -económico, político, cultural...- o bien a lo esencial de la misma, a su sentido más hondo.
- El líder verdadero promueve el poder creativo de las personas y contribuye, de este modo, a que se unan entre sí mediante la creación de estructuras fecundas.
- El líder falso procura restar capacidad creativa a las gentes, a fin de que pierdan libertad interior, por no ser capaces de interiorizar el deber, es decir, convertir en íntimas las normas que les vienen sugeridas de fuera. Esa falta de creatividad las lleva a depender de instancias externas y ajenas. Tal dependencia las gregariza y masifica.
He aquí una clave de interpretación de la vida humana: Cuando la actividad de un dirigente torna gregario al pueblo, estamos ante un líder falso. El guía verdadero otorga a las personas que lidera poder de discernimiento y de iniciativa, capacidad de ser autónomas y solidarias al mismo tiempo.
- Líder auténtico no es sencillamente el que tiene capacidad de guiar a las gentes, sino el que las conduce a su pleno desarrollo, que constituye su bien, su auténtica meta. El ilusionista que tergiversa los conceptos y los vocablos, para llevar a las personas a su particular molino ideológico, priva a éstas de la capacidad de pensar con precisión y elegir lúcida y libremente el verdadero camino de su plenitud personal.
- El buen líder busca la verdad hasta el fin, pues no se contenta con medias verdades.
Ese amor a la verdad -vista como la patentización de la realidad que nos permite realizarnos- nos lleva a sentir una profunda insatisfacción ante cuanto signifique deterioro de la vida humana y, consiguientemente, de la propia realidad personal. Pensemos en la decadencia cultural, el declive de la sabiduría, la insensibilidad ante los grandes valores, la inautenticidad en todos los órdenes...
- El líder auténtico realiza experiencias profundas, cultiva el pensamiento, el lenguaje y el silencio, recoge aquí y allá ideas fecundas, las medita, selecciona y ensambla, y llega a condensar su conocimiento de la vida humana en un puñado de lúcidas claves de orientación, que nos permiten orientarnos certeramente por los caminos de la existencia, incluso en los momentos más sombríos

Publicado por filosofía de la educación en 08:30 0 comentarios Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook Compartir con Google Buzz



">Principios educativos del saber pedagógico:

1. Principio de dignidad del ser personal: La persona es un fin en sí misma, un ser valioso. Jamás debe ser considerada como un mero producto, cosa o medio que vale en la medida que es útil.
El profesor debe valorar y tratar al alumno como persona, independientemente de su edad, capacidades y condiciones de cualquier índole.

2. Principio de integridad o indivisibilidad: Cada persona es un ser íntegro, un todo indivisible. Es absurdo solicitar que el alumno esté sólo como un intelecto: es un ser unipluridimensional educándose.

3. Principio de identidad o autenticidad: Cada ser es único y por primera vez vive cada momento también único de su existencia. Esta unicidad le hace irrepetible, inigualable, no cuantificable, no comparable; otorgándole un valor único a su ser. Esta unicidad le otorga una personalidad que debe ser descubierta por el alumno y realizada educativamente. El profesor pone su capacidad educativa al servicio del alumno, para que este descubra su estilo de ser…

4. Principio de intimidad: Cada uno sólo es accesible a sí mismo; yo me puedo comunicar con el otro, acogerlo e intentar ser acogido pero no puedo existirlo. Tal como decía el filósofo José Ortega y Gasset, no me queda otra que dolerme mi propio dolor de muelas; por mucho que tú me ames no puedes doler mi dolor. Podemos intentar consolar (estar con la soledad del otro) al amigo, al alumno, intentar condolernos, empatizar con él; pero no podemos vivir su dolor o alegría. Como educadores debemos tener la sensibilidad, tomar conciencia de que estamos ante personas insondables, con historias de vida única de las cuales ellos mismos no tienen conciencia total. Cada enseñanza parte de nosotros pero no sabemos cuánto puedan afectar a cada ser.

5. Principio de auto posesión y de respeto: Somos seres perfectibles pero cada uno posee una integridad de ser, una sustantividad que le hacer ser una realidad y no una parte de otra realidad o de un conglomerado de realidades. Nadie se puede adueñar de nuestro ser; nadie tiene derecho a intentar hacerlo bajo una supuesta superioridad o afán de poder. Cada persona es respetable: se debe instar al diálogo, a la conversación o narración, al encuentro pero no al encontronazo. Se debe educar para que el alumno sea capaz de auto poseerse, esto es, para descubrirse, respetarse, dominarse, realizarse.

6. Principio de trascendencia: Somos seres que poseemos una esencia que nos otorga una existencia pero no hecha sino haciéndose; una existencia que se va conformando en un diálogo o juego con los y lo demás. Somos inabarcables para nosotros mismos; no sabemos la trascendencia que tienen nuestras decisiones, acciones u omisiones. Sobre nuestro propio origen de ser (creación) y destino (existencia después de esta vida) sólo tenemos nuestras creencias y alguna vaga idea…
¿Cuántas frases o actos de un profesor han trascendido hasta llevarnos a aborrecer o, por el contrario, a admirar una ciencia o arte? ¿Qué sentido tiene querer ser mejores? ¿Qué podemos hacer por el Universo?

7. Principio de libertad: El animal tiene un conjunto de respuestas predeterminadas por su ser orgánico y por aquello que es capaz de estimularle. El ser humano, en cambio, no sólo siente la realidad como algo que le estimula, sino que la intelige como realidad que es real de suyo más allá de que le estimule o no. Inteligiéndose a sí mismo como realidad, toma conciencia de sus posibilidades y límites y busca estrategias para superarlos. De este modo, el ser humano es libre de responder a la realidad y de cómo responder, más allá de las potencialidades que permitirían su desarrollo biológico: Crea el auto y corre más veloz que un lince; crea el submarino y se traslada a profundidades oceánicas y por mares de diversas temperaturas como no lo puede hacer ningún pez; crea el avión, las naves espaciales, hace túneles, calefacciona los lugares, condimenta las comidas, escribe un poema, crea el telescopio…Seduce, invita, propone…

8. Principio de autonomía: En cuanto somos conscientes de nuestro ser íntimo, único, libre, debemos descubrir nuestros principios de vida y ser consecuente con ellos: tener convicciones. Quien tiene convicciones puede entrar en diálogo con otros, ser confiable, respetar… Quien no tiene convicciones, se acomoda a las conveniencias del momento.

9. Principio de responsabilidad: La libertad nos hace responsables de nuestras decisiones, acciones; de nuestros aciertos y errores. Debemos dar cuenta de nosotros y de nuestros actos y omisiones. Nos “comprometemos” con los demás, legitimamos nuestras capacidades como expertos en una profesión u oficio. Nos comprometemos con una familia; formamos una familia. Nos comprometemos con un oficio o trabajo, con la constitución de un país…con un credo.

10. Principio de privacidad: El ser humano, en cuanto ser único, íntimo, irrepetible, requiere de privacidad. La privacidad le otorga el derecho a comunicar lo que corresponde a su ser personal a quienes decide porque son sus amigos, familia o personas confiables. Debemos distinguir entre lo privado y lo público. La sala de clases es un lugar público donde se da una comunión pedagógica y de compañerismo: sólo lo que atañe a ello es comunicable en forma pública. El profesor debe respetar y enseñar a respetar la privacidad de las historias personales

11. Principio de respeto: Cada persona es respetable por ser persona; pero necesariamente todo actuar de la persona es respetable. Lo respetable, mueve a la admiración; lo no respetable mueve a la huida, a la aversión o no aceptación. Así, no debemos permitir la agresión o maltrato aunque amemos mucho a la persona de la cual provienen.

12. Principio de tolerancia a la divergencia: Hay diversidades de forma de ser, credos o ideas que no compartimos pero que tampoco nos agreden o atentan contra nuestra dignidad. En este caso, debemos aceptar con amabilidad lo diverso.

13. Principio de veracidad: Debemos ser leales a la verdad, a la realidad. Debemos distinguir en la situación en que nos encontramos, entre lo que nos gustaría que fuera y lo que realmente es. Debemos dar razón de lo que pensamos; pero principalmente debemos poner al alumno frente a la realidad para que él se haga una idea y cargo de ella. Debemos enseñar a pensar, a encontrarse con la realidad tal cual es, enseñar el asombro, la indagación… Por ello la pedagogía es siempre una pedagogía de ejemplos.

14. Principio de evaluación: La educación, la persona, es evaluable. Evaluar es averiguar el valor, esto es, la cualidad de perfección lograda por una existencia en un momento dado, de acuerdo con un ideal. La evaluación responde al qué, a la calidad o cualidad; la medición responde al cuánto (conformada por unidades homogéneas que permitan aplicarle unidades también homogéneas y universales). Yo puedo asegurar que tengo un saco con dos kilos de papas y otro con el doble de papas; pero hasta ese momento no he dicho nada sobre la calidad de esas papas. El educador debe evaluar; no medir.

15. Principio de exactitud cualitativa y rigurosidad: La indagación, el saber de la educación y el saber pedagógico deben buscar la exactitud cualitativa que intenta expresar con exactitud los atributos reales de la realidad que indaga. Para ello, debemos ser rigurosos y hacer uso de los métodos adecuados a la realidad que investigamos. No somos exactos si confundimos educación con instrucción o si para conocer quién es el alumno que tengo ante mi, hago uso de métodos que sólo me permitirán el acceso a lo más superficial de él, lo aparente o asible, dejando fuera de mi entendimiento lo más importante de su ser personal.

16. Principio de formación: el espíritu de la información educativa, debe ser formativo. A diferencia del instructor cuya finalidad es que el alumno adquiera conocimientos, datos, fórmulas, estrategias, habilidades, el profesor tiene como finalidad que el alumno se forme como persona. El educador entrega la información pero con un sentido que la trasciende: la formación integral de la persona del alumno.

17. Principio de finalidad: Cada conocimiento, acción u obra; cada concepto, tiene un significado pero sólo su sentido permite entenderlo, valorarlo y ver las posibilidades, impacto, su pertinencia o contextualización. El significado instruye, forma eruditos; el sentido, educa.

AULA VISUAL 6: "EDUCANDO A RITA"

AULA VISUAL 6: "EDUCANDO A RITA"

1.- Descubra y enuncie uno de los principios educativos fundamentales que sustentan el actuar de Rita. (màximo 3 lìneas).

2.- Describa, sintèticamente, una situaciòn de toma de decisiòn que, a su juicio, exprese màs profundamente, el principio que lo sustenta. (màximo 3 lìneas).

3. Fundamento. Reflexiòn crìtica. (màximo 20 lìneas).